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lunes, 17 de marzo de 2008

Semana Santa

Semana Santa


¿Qué celebramos en Semana Santa?

Para el Pueblo creyente, Semana Santa son días de recordación y de Fe, días de acercamiento y de alegría pascual. Es la Semana más importante del año, por eso la llamamos Semana Santa.
En ella, recordamos a Cristo, el Hijo de Dios y hermano nuestro, en los acontecimientos más importantes de nuestra vida; su Pasión, su Muerte en la Cruz y su Gloriosa Resurrección.
Estos acontecimientos –que junto a su Nacimiento- resumen toda nuestra Fe, son el centro de la historia humana.
A ese “paso” de la muerte de Jesús a la Vida (Resurrección) los cristianos lo llamamos la Pascua de Jesús.
Y no solo la recordamos, como alguien que hace memoria de algún hecho del pasado; como simple historia, cuya realidad está lejos. Sino que, cada Semana Santa, celebramos la Pascua reunidos alrededor de Cristo, que vive y está con nosotros. Cristo, que nos amó, que se entregó por nosotros para liberarnos del pecado y de la muerte Vive y nos sigue acompañando, nos sigue Amando y nos ofrece la VIDA NUEVA Y ETERNA.
La Semana Santa comienza el Domingo de Ramos y termina el Domingo de Pascua.

La Pascua de Jesús es Nuestra Pascua

La Iglesia nos invita, en Semana Santa, a unirnos a la persona de Cristo resucitado.
De este encuentro personal y comunitario con Cristo, saldremos renovados. Recibiremos de Él, el perdón de los pecados; su paz y su vida que podemos y debemos contagiar en todo el mundo.
La celebración de la Pascua de Cristo es la ocasión que tenemos para que se realice nuestra propia pascua; es decir, el “Paso” a una Vida Nueva.

¿Cómo debemos Vivir Semana Santa?

Antes que nada, decidiéndonos a vivir esos días con el pensamiento y el corazón puestos en la persona de Jesucristo.
Lo primero es la fe y el amor a Él, es no olvidarlo. Estos días son para eso.
Participando de las celebraciones o reuniones, con que la Iglesia va reviviendo los diferentes pasos de la Pascua de Jesús.

Domingo de Ramos

¿Qué recordamos el Domingo de Ramos?

Recordamos y celebramos la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, que era la capital de Israel en aquella época. Sucedió el Domingo previo a su muerte, fue una entrada grandiosa, y al mismo tiempo, humilde. Jesús montaba un burrito. La Ciudad estaba repleta de peregrinos venidos del interior de Israel y de otras naciones, para celebrar la pascua judía. (“Paso de la esclavitud de Egipto a la Libertad de la Tierra Prometida”).
Una gran multitud rodeó a Jesús, y su entrada a la Ciudad, entre cantos y aclamaciones; Cristo nos muestra que es el Mesías.
Jesús aceptó el homenaje de fe de su pueblo, sabiendo que se acercaba “Su hora” en la que daría su Vida por todos, en la total soledad y pobreza de la Cruz.

¿Cómo se celebra el Domingo de Ramos?

La Misa del Domingo de Ramos tiene dos aspectos importantes:
1º La Procesión de Ramos: Es la entrada de toda la Semana Santa. En ella se bendice los ramos, que nos recordarán todo el año estos días, y luego encabezada por la Cruz, se realiza la procesión hasta el lugar donde se celebrará la Santa Misa. Durante la Misa, se canta y aclama a Jesús, como el Enviado de Dios y Salvador del Mundo.
2º La Proclamación solemne de la Pasión, según San Mateo: Este pasaje evangélico, nos hace ver cómo en Jesús se cumplieron las profecías del Antiguo Testamento. También, se canta el Salmo 21 que es un maravilloso poema bíblico, compuesto varios siglos antes de Cristo, que anunciaba al Mesías como un hombre justo, sufriente por los pecados de su pueblo, y de cuya muerte surgirá un pueblo nuevo, encargado de anunciar al mundo la “Obra del Señor”; este Pueblo de Dios es la Iglesia.

Para reflexionar

La Semana Santa comienza y termina con alegría. Porque sabemos que pasando por el dolor y la muerte de Cruz; Jesucristo triunfó sobre el mal y la muerte; y Así abrió para el mundo el camino a la Vida y a la felicidad eterna.
Toda aspiración profunda de la humanidad; como la Justicia; la Paz; la alegría; o dicho en dos palabras: “Ser Feliz”, que es la máxima aspiración de la persona humana, tiene su respuesta en Cristo que murió y resucitó por todos nosotros.
Es por eso que la Procesión de Ramos no es simplemente recordar algo pasado, sino que es “anudar nuestra fe y nuestra esperanza con la de todos los creyentes de mundo, proponiéndonos seguir a Cristo”.
Porque, sabemos que este camino nos lleva a compartir su Cruz, pero también sabemos que caminamos hacia el triunfo de la resurrección.
Los Ramos se guardan en casa junto al Crucifijo, u otra imagen piadosa de Cristo, como signo del poder salvador de Jesús y como recuerdo de nuestro compromiso de seguirlo, no solo en Semana Santa, sino en todos los pasos de nuestra vida.

Jueves Santo

¿Qué recordamos el Jueves Santo?

En este día, víspera de su muerte, Jesús comió la Cena Pascual, con sus amigos. Para los judíos se trataba de una cena tradicional, religiosa y patriótica. Ya que con ella se conmemoraba la “Pascua Judía”, o sea el “Paso” del Mar Rojo, cuando El Pueblo de Dios fue liberado, por Él, de la esclavitud egipcia y se puso en marcha hacia la Tierra prometida.
Se celebraba en familia, El Jefe de hogar explicaba el sentido de la Cena, El Plato central era el Cordero Pascual. Un cordero con dos signos: “Sin mancha” al que no se le quebraran los huesos. Un cordero “sin mancha” que era sacrificado en el Templo y que luego se asaba sin quebrársele un solo hueso para luego ser comido entre cantos de acción de gracias.
Los corderos se sacrificaban el viernes por la tarde, y la cena se realizaba por la noche cuando comenzaban los festejos pascuales.
Jesús adelantó un día esa comida, ya que el Viernes Santo, el Verdadero Cordero de Dios –Cristo- en persona sería sacrificado por los pecados del mundo entero en la Cruz y como cuenta el Evangelio, a Jesús no se le quebraron los huesos de las piernas, como se estilaba, para acelerar la muerte del condenado a morir crucificado.
Antes de compartir la mesa con sus discípulos, Jesús –en signo de humildad y de ejemplo- les lavó los pies –rito de preparación para el banquete pascual- y les explico que dejaba ese ejemplo para que lo imitaran; ya que si Él, siendo el maestro, Dios y Señor, se hacía servidor de ellos, con mayor razón los discípulos (nosotros) debían ser servidores de los otros.
Al finalizar la Cena, Jesús realizó un gesto que hoy nos resulta familiar, pero que sorprendió un poco a los Apóstoles. Y digo un poco porque Jesús ya se los había anticipado con las dos multiplicaciones de los panes y sus dichos: “El que coma de mi cuerpo y beba de mi sangre tendrá vida eterna”. Si bien se encuentra en la liturgia judía de la cena pascual la copa de vino y los tres panes ácimos y el gesto de partir el segundo y repartirlo, Jesús le da un significado pleno y definitivo.
Tomo el Pan, lo bendijo, lo partió y se los dio diciendo: “Toman y Coman, esto es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes”. Luego tomó el Cáliz (una especie de copa o vaso) con vino, lo bendijo y se los dio diciendo: “Tomen y beban todos de él, este es el Cáliz de mi Sangre; Sangre de la Alianza Nueva y Eterna (Alianza entre Dios y los Hombres) que será derramada (como sacrificio, ofrecimiento) por ustedes y por todos los hombres para el perdón de los pecados”. Solo Dios puede ofrecer para, reparar el pecado de Adán y Eva y todos los que siguieron, un sacrificio digno de Dios.
Finalmente dijo: “Hagan esto en memoria mía”.
Fue la Primera Misa (Institución del Sacramento de la Eucaristía) y también la primera ordenación de Sacerdotes (Institución del Sacramento del Orden Sagrado).
Así, de esta manera, Cristo se queda presente entre nosotros en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, o sea “todo Jesús” hasta el final de los tiempos.
Luego de la Comunión Jesús nos dejó el mandamiento principal: “Ámense unos a otros como Yo los he amado a ustedes. Esta será la señal distintiva de que son discípulos míos”.
La Primera Misa, terminó con una conmovedora oración a Dios Padre en la que Jesús, pidió por la unidad de la Iglesia y de toda la humanidad.
Luego de la Cena Pascual, Cristo se dirigió al Huerto de los Olivos, para orar. Allí lo invadió la tristeza, el desaliento y el miedo mostrándonos su humanidad; sudaba gotas de sangre. Esto es médicamente posible en casos de gran terror. En su oración decía: “Padre mío, si te es posible, aleja de mi este Cáliz; pero no se haga mi voluntad sino la Tuya”. Cristo nos muestra su entrega total a Dios Padre; este fue el comienzo de su agonía. Allí lo encontró y detuvo la fuerza pública –los soldados- orientada por el traidor –Judas Iscariote- por envidia del Sanedrín.
Después, vino La Noche, triste y solitaria. El abandono de los amigos, la Traición, los malintencionados interrogatorios, los falsos testigos, los ultrajes, la tortura.

¿Cómo se celebra el Jueves Santo?

De acuerdo al pedido de Jesús, se renueva la Cena de Señor, que es celebrada por la tarde o por la noche. En esta Misa se incluye el lavatorio de los pies a doce miembros de la comunidad quienes representan a todos los discípulos.
También se proclama el Nuevo Mandamiento en la Proclamación de Evangelio.
Finalizada la Misa, se traslada el Santísimo Sacramento (Hostias consagradas) al lugar donde será expuesto para la Adoración Solemne hasta la media noche.

Para Reflexionar el Jueves Santo

Sobre todo lo que Celebramos el Jueves Santo: La Eucaristía; El Mandamiento Nuevo y el Sacerdocio, brotan del Amor de Cristo, verdadero Hombre y verdadero Dios que se entrega, en Cuerpo y Sangre, por nosotros solo por Amor.
Jesús mostró su Amor al Padre, amándonos a nosotros; y demostró su Amor a nosotros, compartiendo todo –hasta su vida- dándonos con su muerte la Vida. Son sus palabras: “Nadie Ama tanto como el que da la Vida por sus amigos”. Y el la dio por todos. Esto lo sello con su muerte en la Cruz y lo vuelve a hacer en cada Santa Misa.
No es fácil ser cristiano, nunca lo fue: ayer implicaba la muerte y el martirio a manos de los romanos y las fauces de los hambrientos leones en el circo; hoy el desprecio del mundo, la ridiculización, y su burla canallesca ante la defensa de los valores y principalmente la vida humana desde la concepción hasta su muerte natural.
Por la Noche, en la Adoración Solemne a Cristo presente en la Eucaristía, con nuestra oración que continúa su agonía en tantos hermanos nuestros que en el mundo son, de mil maneras: imposibilitados, explotados, torturados, perseguidos, marginados, humillados, desterrados, asesinados, etc. por continuar profesando libremente su Cristianismo.
Entreguemos nuestra vida por la causa de la Verdad, la Justicia, el Amor Fraterno y la Unidad, defendiéndonos en el lugar que nos encontramos. Si tienes un espacio en algún medio de comunicación social (Internet, radio, revista, Televisión, etc.) o un minuto con tu familia o en el trabajo, olvides hacerle un lugar a Jesús.
“El que así entrega su vida en este mundo –dice el Señor- la recobrará para la Vida Eterna” y también que “ni un vaso de agua dado en el Nombre de Jesús será olvidado”.

Viernes Santo

¿Qué recordamos el Viernes Santo?

Este es el día de la Muerte de Señor en la Cruz para reconciliarnos con Dios por nuestros pecados. Después de vivir una noche de injurias, calumnias y soledad, Jesús es finalmente condenado a muerte.
Las autoridades religiosas judías lo condenaron por hacerse Hijo de Dios, la autoridad política romana por cobardía, miedo al Cesar y alterar el “orden público”, Fue condenado a la muerte más vergonzosa, la reservada a los ladrones: La Cruz. Pero no echemos la culpa solo a ellos, sus amigos, la primitiva Iglesia lo traicionó, lo negó y huyó por miedo y más aún cada vez que pecamos con nuestra propia traición, negación o huida condenamos a Cristo a morir en la cruz. Tu pecado hace que el clavo penetre más en la carne del Señor. Cristo murió por los pecados de todos, no lo olvidemos.
Al mediodía, Jesús, que previamente había sido escupido, azotado, humillado y, burlándose la soldadesca, coronado de espinas, el Rey de Reyes, sale desde la Ciudad Santa, Jerusalén, hasta el monte Calvario (o de la Calavera).
Es él mismo quien lleva la Cruz que pesa -sobre sus espaldas-; pero no por la madera, sino por los pecados de toda la humanidad desde el inicio de todos los tiempos hasta el final. Todo pecado del pasado, del presente y del futuro de la humanidad pesan sobre ese tronco. Clavado en ella –entre dos ladrones- muere entregando su vida al Padre por la salvación del mundo y perdonando a sus verdugos: todas las personas de todos los tiempos.
Murió solo y abandonado por sus amigos, solo María, su Santa Madre, algunas mujeres y “El Discípulo a quien Él más amaba”, estuvieron al pie de la Cruz. Antes de morir, Jesús, confió su Madre al cuidado del discípulo Amado, y nos la dejó por madre. La tradición ha dicho de San Juan Evangelista, ser el discípulo amado. Pero otra lectura ve que todo aquel que este frente a la Cruz; es el discípulo amado.
Jesús murió en la mayor pobreza, tal como había nacido y vivido. Hasta sus ropas –para cumplir las escrituras- se repartieron y su túnica sorteada entre los soldados. Y lo crucificaron desnudo, no como la piedad artística ha querido. Desnudo, como última humillación.
“Todo se ha cumplido”. Eran las tres de la tarde. Antes de la bajada del Sol lo pusieron en la tumba, envolviéndolo en una sábana nueva y dejándolo en el sepulcro nuevo cavado en la piedra cercano al Calvario.

¿Cómo se celebra el Viernes Santo?

Se realiza por la tarde la celebración de la Pasión de Señor, en donde: Se proclama la Lectura de la Pasión según san Juan. Un momento de oración solemne en donde se pide por todas las necesidades del mundo y de la Iglesia, acompañando asi la oración de Cristo que murió rogando por todos, aún sus enemigos.
La adoración de la Cruz: Se descubre solemnemente la Cruz ante la asamblea de fieles, mientras se proclama: “Esta es la Cruz, donde estuvo suspendido el Salvador del Mundo”. A lo que se responde: “¡Adoremos al Señor Nuestro Dios!”. Como señal de adoración, humildad, arrepentimiento y amor a Cristo todos son invitados a besar la Cruz.
Finalmente se celebra la Comunión Eucarística.
En muchas comunidades existe la tradición de realizar por la noche el “Via Crucis” (ruta o camino de la Cruz). Es una procesión, un peregrinar con la Cruz, donde se va meditando los pasos y momentos de Jesús durante su pasión y muerte a los que se ha dividido en 15 y se los llama “estaciones” (La número 15 es la Resurrección).

Para reflexionar el Viernes Santo

Es el Amor al Padre y a sus hermanos los seres humanos lo que conduce todos los pasos de Cristo. Es la Cruz la revelación más clara y total de la persona de Cristo y de su obra. Su pasión y muerte, no son otra cosa que el sello de su Amor servicial y fiel. En la victoria de Cristo está la verdadera fuerza para llevar nuestra propia Cruz, ya que “si el grano de Trigo no muere en la Tierra, queda solo; pero si muere, dará mucho fruto”.
Es a través de la Cruz del Viernes Santo como Cristo llega al Domingo de Resurrección. Así recobra su vida para una existencia Gloriosa y se convierte en semilla de una existencia Gloriosa y se convierte en semilla de una humanidad verdaderamente Nueva y verdaderamente Liberada.

Sábado Santo.

¿Qué recordamos el Sábado Santo?

El Cuerpo yacía en el sepulcro. Mientras los judíos celebraban el día de la pascua judía, los discípulos y amigos de Jesús, impedidos de ir hasta el sepulcro por el descanso festivo, comenzaron a encontrarse para compartir su dolor y su desilusión. Penosamente, la esperanza se abría paso en sus corazones. El Maestro les había anunciado muchas veces “Al tercer día resucitaré”. El amor a su maestro y ese rayito de esperanza movilizaron a los apóstoles y discípulos que al amanecer del Domingo fueron al sepulcro. Estaba vacío.
Ese mismo día, Jesús resucitado se apareció a varios de ellos y les dijo: “Vayan y avisen a los demás que he resucitado”. De uno a otro, empezó a circular el anuncio feliz de la Resurrección.

¿Cómo se celebra el Sábado Santo?

Durante el día, no hay reunión ni celebración litúrgica, habrá que esperar a la noche, en la Vigilia Pascual.
Este es un día de silencio interior y exterior y es también un día de Espera. No hay en realidad un Sábado “de Gloria”.

Vigilia Pascual

Recién por la Noche, se convocan los cristianos para la Vigilia Pascual. Es una velada de oración que desemboca en la Fiesta de la Pascua. Esta es una noche feliz. La Noche Santa por excelencia. Se desarrolla así:

Celebración de Cristo Luz del Mundo:


Bendición del Fuego Nuevo: Que se hace fuera del templo, en donde se quema al hombre viejo para que resucite el Hombre Nuevo;
Bendición del Cirio Pascual: Es un Cirio (una vela grande) adornada con la Cruz, el número del año en curso, signo de la primera y la última letra del alfabeto griego: Alfa y Omega (Cristo es el Principio y el Fin). Este Cirio representa a Cristo Vivo y Resucitado, presente, hoy entre nosotros;
Procesión de la Luz: Llevando velas que deben encenderse del Cirio Pascual (y no con un fósforo o encendedor), los fieles se dirigen en procesión al altar. Es símbolo de comunicar la Luz de Cristo a todos; anuncio Pascual de la Resurrección de Cristo.

Celebración de Cristo, Palabra de Dios:
Lecturas bíblicas y predicación de cada una: Tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, se Proclaman entre otras. La caída del primer hombre y la primera mujer; El paso del Pueblo de Israel por el Mar Rojo; La Resurrección de Jesús. Las distintas lecturas, van mostrando como la Palabra Creadora de Dios se fue encarnando en la historia hasta humanizarse en Jesús.

Celebración de Cristo, Vida del Hombre:
Letanía de los Santos: Se invoca a los Santos, nuestros hermanos, asociados a la victoria de Cristo; Bendición del agua bautismal, Bautismos y Renovación de las Promesas Bautismales.
Celebración de Cristo, Alimento de Hombre Nuevo:
Todos los fieles, así preparados, son invitados al Banquete Eucarístico. Como vemos, la liturgia quiere reproducir el proceso de la Nueva Creación, hasta la Aparición del Hombre Nuevo: Jesús Resucitado, que –como nuevo Adán- engendra a la Familia de los Hijos de Dios.

Domingo de Pascua


La Vigilia Pascual empalma con el Domingo de Pascua. Durante este día, en todas las Misas continúa la celebración de Cristo resucitado. En memoria de la Pascua de Jesús, se ha elegido el Domingo como Día del Señor (de hecho Domingo significa “Día de Señor” en latín).
La Misa dominical y el descanso de este día, son como una fiesta pascual renovada a lo largo del año y de la historia.

Reflexión Final:

¡Este es el día que hizo el Señor, alegrémonos en él, Aleluya! La Semana Santa culmina en la Pascua de Jesús, Cristo ha resucitado y nos llena de alegría. El ha vencido a la muerte y al dolor. El sepulcro ha quedado vacío. El vive y está con nosotros para contagiarnos su fuerza salvadora y el poder de su Eterno Amor.
“Ustedes serán mis testigos, hasta el fin del mundo”. Son estas las palabras que Jesús resucitado utiliza para despedirse de sus discípulos. Y esta es nuestra misión. Ahora comprendemos mejor la grandeza y la responsabilidad de ser cristianos. Por esta razón, cada año, en la Pascua renovamos las promesas de nuestro Bautismo acompañando a los nuevos cristianos que ese día se bautizan.
Ser cristiano es seguir los pasos de Jesús, llevar nuestra cruz con Él, es entregarle nuestra cruz a Él, por eso usamos crucifijos con la imagen de Cristo, no adoramos un Dios muerto sino que Vive y redime nuestros pecados para nuestra salvación.
Ser cristiano es transmitir el Amor de Dios a todos los hombres. Este es nuestro camino de cristianos. Decidámonos a seguirlo y reinaremos con Él para siempre.


¡FELICES PASCUAS!

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